¿Qué es la Ecología Humana?

La Ecología Humana estudia la vida y la actividad humana en los ecosistemas que ocupa nuestra especie en el presente y en los que ha ocupado en el pasado. Se centra en la interacción biocultural del hombre con su medio, explica por qué la cultura es el principal factor ambiental capaz de modificar los medios físico y biológico de los ecosistemas, de modular la expresión de los procesos biológicos de las especies que en ellos conviven, incluida la nuestra, y de condicionar sus tendencias de futuro.

Analiza cómo las actividades humanas (resultantes de su conocimiento del medio y de sus comportamientos culturales) transforman el ambiente y cómo, a su vez, esta transformación ambiental afecta a la biología y comportamientos de las poblaciones humanas y de las especies con las que convive. La unidad de estudio es el ecosistema humano, definido por la manera de obtener energía nutricional que nos mantiene como seres vivos y energía cultural que nos mantiene vinculados como seres sociales. (Imagen ©Survival International)

¿Qué aporta?

La Ecología Humana explica por qué el bienestar humano y la sostenibilidad ambiental dependen de la diversidad biocultural, de su interacción y de su transformación temporal

LA ECOLOGÍA HUMANA PERMITE COMPRENDER:

  1. Por qué la cultura es producto de la evolución biológica.
  2. Por qué la cultura es capaz de modificar la diversidad de los ecosistemas y condicionar sus tendencias de futuro.
  3. Por qué la biología humana es un indicador excelente de la calidad ambiental y de su transformación temporal, que se puede medir a través de la variabilidad expresada en los ciclos vitales de los individuos y en la capacidad de crecimiento de las poblaciones.
  4. Por qué la diversidad cultural surge sobre elementos específicos de la biodiversidad y contribuye a su mantenimiento.
  5. Por qué la calidad ambiental está ligada a los comportamientos destinados a obtener recursos, mantener la buena salud de las poblaciones, reforzar la cohesión social y conseguir ecosistemas sostenibles.
  6. Por qué es importante conocer la singular labor desarrollada por las mujeres en esos ámbitos a través de su triple papel de ciudadanas, productoras y reproductoras.
  7. Por qué proporciona las claves para evaluar y comprender el cambio global y contribuir a la toma de decisiones.

Conceptos clave:

Estudia los procesos biológicos y los comportamientos que caracterizan a los ciclos vitales de las especies, e interpreta su historia evolutiva en los ambientes que ocupan en el presente y los que han ocupado en el pasado. La reproducción es la base de la biología. Todas las especies obtienen del medio su energía nutricional para mantenerse vivos. La nuestra obtiene además numerosos productos englobados en el término energía cultural, que le permiten mantenerse como seres sociales, destacando las diferentes fuentes de energía, los productos minerales y los objetos de múltiples usos creados y transformados por los propios seres humanos, cuya disponibilidad depende del desarrollo tecnológico, de la información y del dinero.

Es el producto de la evolución biológica que nos caracteriza como especie, resultado de la expresión funcional de nuestro cerebro, capaz de conceptualizar, originar y almacenar comportamientos complejos. La cultura engloba así el conjunto de patrones de comportamiento social que se transmiten de generación en generación por aprendizaje, que se enraízan en los sistemas tradicionales de valores de cada población, determinando comportamientos individuales y colectivos, que se expresan a través de creaciones conceptuales o materiales, como las relaciones de clases y género, o la construcción y uso de las herramientas e innovaciones tecnológicas y las expresiones artísticas, que difieren en el espacio y se transforman en el tiempo.

Las prácticas culturales surgen sobre elementos específicos de biodiversidad y construyen el núcleo básico del conocimiento de los pueblos sobre el que posteriormente actúa la educación formal, los medios de comunicación y hoy en día, las redes sociales.

El ecosistema humano tiene tres componentes estructurales,los medios físico, biológico y cultural. El medio biológico incluye las poblaciones humanas y al resto de las especies con las que convive. Los medios físico y biológico son comunes a todas las comunidades de seres vivos, el medio cultural es único, singulariza a los ecosistemas humanos, es el nicho ecológico ocupado por el hombre y actúa como tampón entre las poblaciones humanas y los medios geográfico y biológico. Estos componentes interaccionan entre sí, a través del intercambio continuo de energía, que circula en dos ciclos diferentes, uno de energía vital o nutritiva que nos mantiene como unidades biológicas, y otro de energía cultural que nos mantiene como unidades sociales. Hay dos superestructuras del ambiente cultural, que condicionan los ciclos energéticos: el primero es el dinero, que modula la cantidad y calidad de ambos tipos de energía utilizada por los diferentes grupos humanos; el segundo la información, difundida con rapidez vertiginosa a través de las nuevas tecnologías, condiciona los patrones de comportamiento social en todos sus aspectos, incluidos los relacionados con el gasto y consumo energético.

Durante la mayor parte de la historia de la vida, antes de la aparición de nuestra especie, la doble interacción entre los diferentes seres vivos y el medio que ocupaban estaba libre de los efectos de la cultura. Los ecosistemas ocupados por poblaciones humanas se vieron desde el principio más afectados por las consecuencias de sus comportamientos culturales y esa influencia fue aumentando a medida que crecieron, se extendieron y se tecnificaron las poblaciones humanas, de manera que la velocidad, intensidad y extensión de la transformación ambiental se ha magnificado en los últimos cien años, generando una peligrosa situación de degradación ambiental en la que los ecosistemas pierden su capacidad de recuperación. En la actualidad la globalización afecta a todos los lugares del planeta, incluso aquellos no habitados por seres humanos.

Es la variabilidad que presentan todas las formas de vida en sus diferentes niveles de complejidad: genes, individuos, poblaciones, ecosistemas. La biodiversidad es esencial para el correcto funcionamiento de los servicios que mantienen la estabilidad de los ecosistemas y la dignidad de sus habitantes. La pérdida de biodiversidad se asocia con el rápido crecimiento de las poblaciones humanas, su concentración en núcleos urbanos con un modelo de consumo insostenible que va unido al aumento de residuos y contaminantes, a conflictos bélicos y a un muy lento avance de la igualdad en la distribución del bienestar y los recursos.

La diversidad cultural surge sobre los elementos específicos que definen la biodiversidad en cada entorno, se expresa a través del sistema de valores y creencias, del conocimiento del medio y de la manera de aplicarlo y transmitirlo entre generaciones, así como de los comportamientos que singularizan los patrones reproductivos y nutricionales, y las relaciones entre los miembros del grupo.

La diversidad biológica y la diversidad cultural forman un conjunto inseparable, de manera que los determinantes culturales surgen de conjuntos concretos de biodiversidad. Como consecuencia de ello, la transformación temporal de los determinantes culturales afecta a los conjuntos de la biodiversidad y la transformación de estos se traduce en nuevas pautas culturales. La velocidad con la que esto ocurre afecta a la capacidad de ajuste de los grupos humanos y del resto de los seres vivos, así como a la recuperación de los ecosistemas.

La diversidad biocultural en las poblaciones humanas se expresa a lo largo de los ciclos vitales, a lo largo de las generaciones y a lo largo de la historia de los ecosistemas humanos.

La diversidad biocultural debe ser incorporada como concepto esencial a todo tipo de aproximación ambiental por su inseparable contribución a la capacidad de recuperación de los ecosistemas y al desarrollo de oportunidades económicas en comunidades locales.

La globalización, caracterizada por una transformación ambiental muy rápida e intensa, reduce la diversidad biocultural, el bienestar de las sociedades (rurales y urbanas) y la sostenibilidad de los ecosistemas.

Es el conjunto de características bióticas, abióticas y culturales que definen el estado, la disponibilidad y el acceso a componentes de la naturaleza. Incluye también la presencia de posibles alteraciones en el ambiente que afecten a las condiciones de vida, al tamaño y salud de poblaciones y especies, así como a su riesgo de enfermar o desaparecer. El papel de los determinantes socioculturales es esencial para determinar la calidad del ambiente. La pobreza es el principal peligro ambiental para los miembros de nuestra especie, mientras que la reducción de la diversidad cultural y los comportamientos asociados a tecnologías y políticas económicas concretas relacionadas, por ejemplo, con la calidad de los servicios son determinantes de la calidad del ambiente global.

La biología humana, indicador de calidad ambiental. La expresión de los procesos biológicos, la salud y la dinámica de crecimiento poblacional, reflejan “como un espejo” la calidad ambiental, que se modifica a través de pautas culturales.

En los últimos cien años, han tenido lugar importantes avances en las políticas sociales y de igualdad, y en el conocimiento científico y tecnológico, que permitieron una extraordinario control del medio, con importantes consecuencias sobre el desarrollo biológico, el éxito reproductor y los patrones de salud- enfermedad, que reflejan aspectos positivos pero también un creciente número de aspectos negativos, ligados a la globalización que está excluyendo los criterios sociales, ambientales e identitarios de actuación, esenciales para mantener la capacidad de recuperación ambiental y aplicando esencialmente criterios económicos, que destruyen, limitan o impiden la capacidad de recuperación de los ecosistemas.
La errónea equiparación de progreso con globalización económica y cultural, se extiende rápidamente a través de la educación formal, de los medios de comunicación y de las redes sociales. (Imagen ©Fundación Alaine).